martes, 5 de febrero de 2008

Obispos y diálogo con ETA



Bueno, bueno, ya la tenemos montada. La Iglesia está en contra de los socialistas!, ya se sabe cómo son los curas, etc...


Quiero denunciar este montaje. Sí, he escrito bien, este montaje. Montaje "socialisto" sin duda alguna, buscando ese voto suyo radical, por que también hay radicales de izquierdas. Ese voto radical, pasota de suyo, que puede movilizarse aunque sea con el anticlericlarismo, otras veces tan usado, y que parece no pasa de moda.


Por favor, quiero dirigirme a personas inteligentes. Leer el comunicado, que reproduzco. O al menos el párrafo del que se interpreta que la Iglesia no permite votar a los que dialogan con el terrorismo (parrafo que pongo en rojo).


Se aprecia que es falso que la Iglesia no permita votar a los que apoyan el diálogo con ETA. Ni siquiera se habla de eso. Lo único que dice, y eso lo tenemos claro todos los nacionalistas y la propia Eusko Alkartasuna, es que no se puede otorgar legitimidad política a los terrorristas. (Léase el parrafillo en rojo, tres lineas)


Como decía, esto mismo ha sido defendido por el Govierno Vasco durante las negociaciones de la última tregua de ETA. No se puede otorgar ninguna legitimación polítca a ningún grupo terrorista.


Es más, es sabido por todo el mundo, que ha habido sacerdotes e incluso algún obispo, actuando de intermediario con el fin de conseguir que ETA deje las armas. Se puede y se debe dialogar con ETA para que deje las armas, e incluso incentivarlo con algún tipo de medida de rebajar penas, etc, sin que se lesione la justicia. Y sobre esto no dice nada el comunicado de los Obispos.


En fin, parece que en elecciones vale todo. Hay que joderse!


NOTA DE LA COMISIÓN PERMANENTE
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
ANTE LAS ELECCIONES GENERALES DE 2008
Madrid, 30 de enero de 2008
1. Los españoles hemos sido convocados a las urnas para el próximo 9 de marzo.
Como en otras ocasiones semejantes, los Obispos ofrecemos a los católicos y a todos los que
deseen escucharnos algunas consideraciones que estimulen el ejercicio responsable del voto.
Hablamos como pastores de la Iglesia que tienen la obligación y el derecho de orientar el
discernimiento moral que es necesario hacer cuando se toman decisiones que han de
contribuir al pleno reconocimiento de los derechos fundamentales de todos y a la promoción
del bien común.
2. Con tal finalidad pensamos que es éste un momento apropiado para leer y meditar
de nuevo la Instrucción Pastoral aprobada el 23 de noviembre de 2006 por la Asamblea
Plenaria de nuestra Conferencia Episcopal bajo el título de “Orientaciones morales ante la
situación actual de España”. Recordamos algunas ideas fundamentales de esta Instrucción,
que han de ser comprendidas, por tanto, en el conjunto de aquel relevante texto.
3. Respetamos a quienes ven las cosas de otra manera. Sólo pedimos libertad y respeto
para proponer libremente nuestra manera de ver las cosas, sin que nadie se sienta amenazado
ni nuestra intervención sea interpretada como una ofensa o como un peligro para la libertad
de los demás. Deseamos colaborar sinceramente en el enriquecimiento espiritual de nuestra
sociedad, en la consolidación de la auténtica tolerancia y de la convivencia en el mutuo
respeto, la libertad y la justicia, como fundamento imprescindible de la paz verdadera (n. 81).
4. Si bien es verdad que los católicos pueden apoyar partidos diferentes y militar en
ellos, también es cierto que no todos los programas son igualmente compatibles con la fe y las
exigencias de la vida cristiana, ni son tampoco igualmente cercanos y proporcionados a los
objetivos y valores que los cristianos deben promover en la vida pública (n. 50).
5. Los católicos y los ciudadanos que quieran actuar responsablemente, antes de
apoyar con su voto una u otra propuesta, han de valorar las distintas ofertas políticas, teniendo
en cuenta el aprecio que cada partido, cada programa y cada dirigente otorga a la dimensión
moral de la vida. La calidad y exigencia moral de los ciudadanos en el ejercicio de su voto es
el mejor medio para mantener el vigor y la autenticidad de las instituciones democráticas (n.
56). No se debe confundir la condición de aconfesionalidad o laicidad del Estado con la
desvinculación moral y la exención de obligaciones morales objetivas. Al decir esto no
pretendemos que los gobernantes se sometan a los criterios de la moral católica. Pero sí que
se atengan al denominador común de la moral fundada en la recta razón y en la experiencia
histórica de cada pueblo (n. 55).
6. “Es preciso afrontar - señala el Papa - con determinación y claridad de propósitos,
el peligro de opciones políticas y legislativas que contradicen valores fundamentales y
principios antropológicos y éticos arraigados en la naturaleza del ser humano, en particular
con respecto a la defensa de la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción hasta la
muerte natural, y a la promoción de la familia fundada en el matrimonio, evitando introducir
en el ordenamiento público otras formas de unión que contribuirían a desestabilizarla,
oscureciendo su carácter peculiar y su insustituible función social” (n. 56). La legislación
debe proteger al matrimonio, empezando por reconocerlo en su ser propio y específico (n.
41).
7. No es justo tratar de construir artificialmente una sociedad sin referencias
religiosas, exclusivamente terrena, sin culto a Dios ni aspiración ninguna a la vida eterna (n.
13). En ese sentido parece que apuntan, entre otras cosas, las dificultades crecientes para
incorporar el estudio libre de la religión católica en los currículos de la escuela pública, así
como el programa de la nueva asignatura, de carácter obligatorio, denominada “Educación
para la ciudadanía” (n.18), que lesiona el derecho de los padres - y de la escuela en
colaboración con ellos - a formar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones religiosas y
morales. Es necesario promover un gran pacto de Estado sobre la base de la libertad de
enseñanza y la educación de calidad para todos.
8. El terrorismo es una práctica intrínsecamente perversa, del todo incompatible con
una visión moral de la vida justa y razonable. No sólo vulnera gravemente el derecho a la
vida y a la libertad, sino que es muestra de la más dura intolerancia y totalitarismo (n. 65).
Una sociedad que quiera ser libre y justa no puede reconocer explícita ni implícitamente a una
organización terrorista como representante político de ningún sector de la población, ni puede
tenerla como interlocutor político (n. 68).
9. La Iglesia reconoce, en principio, la legitimidad de las posiciones nacionalistas que,
sin recurrir a la violencia, por métodos democráticos, pretendan modificar la configuración
política de la unidad de España (n. 73). Al mismo tiempo, enseña que, también en este caso,
es necesario tutelar el bien común de una sociedad pluricentenaria y - en palabras de Juan
Pablo II a los obispos italianos - “superar decididamente las tendencias corporativas y los
peligros del separatismo con una actitud honrada de amor al bien de la propia nación y con
comportamientos de solidaridad renovada” por parte de todos. Hay que evitar los riesgos de
manipulación de la verdad histórica y de la opinión pública en favor de pretensiones
particularistas o reivindicaciones ideológicas (n. 74).
10. En este momento de la sociedad española, algunas situaciones concretas deben ser
tenidas muy particularmente en cuenta. Nos parece que los inmigrantes necesitan
especialmente atención y ayuda. Y, junto a los inmigrantes, los que no tienen trabajo, los que
están solos, las jóvenes que pueden caer en las redes de la prostitución, las mujeres
humilladas y amenazadas por la violencia doméstica, los niños, objeto de explotaciones y de
abusos, y quienes no tienen casa ni familia donde acogerse. Hay que trabajar también para
superar las injustas distancias y diferencias entre las personas y las comunidades autónomas,
tratando de resolver los problemas más acuciantes, como son el trabajo, la vivienda accesible,
o el disfrute equitativo de la naturaleza, compartiendo dones tan indispensables para la vida
como el agua y cuidando con esmero el patrimonio común de la creación (n. 80). En el orden
internacional, es necesario atender a la justa colaboración al desarrollo integral de los
pueblos.
Que el Señor ilumine y fortalezca a todos para actuar en conciencia y conforme a las
exigencias de la convivencia en justicia y libertad.