¡Cristianos! Hay que recordar a la gente que en la Navidad se celebra el nacimiento de Jesús. Que no se celebra el cumpleaños de Santa Claus, ni el aniversario de la elección definitiva de renos, por parte Papa Nöel. Ni la boda del Olentzero.
Que esa alegría navideña, ese deseo de Paz y fraternidad, no son consecuencia de que en nochebuena nos vayan a regalar una playstation.
Que la Navidad es mucho más que el día de San Valentín, nuestro cumpleaños o el día del Padre/Madre.
Celebramos el nacimiento del hijo de Dios. Y por eso estamos contentos. Por eso deseamos la paz, por que El vino a traernos la Paz.
Por eso deseamos estar en familia, por que Cristo nos nació en una Familia.
Por eso nos mostramos más generosos, más carititivos. Por que Jesús nos nación pobre y los primeros testigos fueron unos pobres pastores.
Alegría entonces. Fiesta, turrón y alcohol (sin desmadrarse). Por que es una fiesta grande.
Pero celebremoslo sabiéndo qué es lo que celebramos. Que dan pena esas películas americanas en los que la Navidad es igual a Santa Claus. En el que el espíritu de la Navidad es igual a creer en que un gordo entra por nuestras chimeneas (que no tenemos) y nos inunda la casa de regalos. Y no hay ni media referencia al niño Jesús.
Celebremoslo con alegría, celebremos también con alegría y mesura los Reyes Magos, Papa Noel, Olentzero, San Nicolas, o el que uno quiera. Pero no nos olvidemos que el centro de estas fiestas es Jesús, que nace niño. Y démos testimonio de esa alegría a nuestra familia, a nuestros amigos, a nuestros vecinos y compañeros de trabajo. ¡Dios se ha acercado a nosotros! y lo ha hecho como un niño. Indefenso, inerme, para que le queramos más fácilmente.
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